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Memorias de Poncio Pilatos.                        Por Jose Luis Rodríguez

 

 

 

 

 

Era una fría noche de invierno, caían copos de nieve, fin de semana. Como de costumbre había salido con Mª Ángeles, mi mujer, a dar una vuelta y tomar una copa con algún amigo que se atreviera a desafiar las inclemencias del tiempo aquí en San Nicolás del Puerto.

         Estábamos en el bar Zipi-Zape, cuando entraron por la puerta Santiago Caraballo, Nicasio Galán, Jorge López e Inma Sánchez. Venían tiritando de frío, pero, al mismo tiempo, acalorados después de la reunión que habían mantenido los cuatro, preparando un proyecto del que no tardaron en darme debida información.

         Se acercaron a nosotros, pidieron una copa y empezaron a hablar. No recuerdo con claridad quién fue el que se lanzó. Lo que si recuerdo es que estaban los cuatro eufóricos, nerviosos, impacientes y deseando contarnos lo que se traían entre manos.

         Alguien comenzó a hablar: “Mira, hemos pensado hacer una representación del musical Jesucristo Superstar, el que hizo Camilo Sesto, y a ti te hemos asignado el papel de Pilatos. ¿Qué te parece?”

         Yo me quedé un poco atónito. Por un lado, no sabía que pensar, no por el proyecto en sí, sino porque necesitábamos unas cincuenta personas aproximadamente y me parecía una cosa casi imposible, toda vez que para montar una obra de 4 ó 6 personajes nos veíamos y nos deseábamos. Pero al mismo tiempo una sensación de nerviosismo, euforia y ganas de hacerlo se me pasaban por el pensamiento y no veía el momento de empezar con los ensayos.

         Me notaron enseguida que no estaba muy conforme con la noticia o que algo dentro de mí se había quedado en stand-by, a pesar de que, por dentro, mi cuerpo era pura ebullición.

         ¿“Es que no te gusta” ?, me preguntaron Inma y Santiago.

         “¿Qué te parece?”, me dijo Nicasio.

         Yo respondí: “A ver, la idea me parece genial y mi papel me encanta, pero con tanta gente va a resultar poco menos que imposible. ¿De dónde vamos a sacar esa cantidad de gente? Si para hacer un entremés de cuatro actores nos ha costado sangre, sudor y lágrimas…Cuanto más con tantísimo personal. Pero no seré yo quien diga que no. Adelante. Podéis contar conmigo.

         Si he de ser sincero, tengo que decir que mi respuesta fue un poco por quedar bien y no desmoralizar a los cuatro, pero en el fondo pensaba que ese proyecto no llegaría a ninguna parte. O al menos eso es lo que yo pensaba y así se lo hice saber a mi mujer. Aunque en realidad estaba deseando que saliera adelante.

         Después de ese día, quedamos para el primer ensayo en la nave de usos múltiples. Como era de esperar había mucha gente. Era el primer día y la novedad de algo nuevo. La expectación era grande.

         Creo que nadie de los allí presentes había hecho con anterioridad ningún musical. Como mucho una obra de teatro cómico, dramático y poco más. Así que la experiencia era nula en este género.

         Yo pensaba que a medida que fueran pasando las semanas y los ensayos, la gente se iría aburriendo y, hoy falta uno, mañana faltan tres, pasado mañana otros tantos, y así hasta que prácticamente no quedara nadie, o casi nadie.

         Pero iban pasando los días, las semanas, los meses y me di cuenta de que, no sólo no se aburría nadie, sino que se iban produciendo nuevas incorporaciones y la ilusión del personal estaba por las nubes. Todo el mundo quería participar. La quimera y la ambición por sacar adelante este trabajo se iba in crescendo por momentos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Pilatos, Jesucristo Superstar, San Nicolás del Puerto, Santiago Caraballo

Poco a poco todo el mundo se fue confeccionando su vestuario y quien no se lo hizo lo compró en alguna tienda de disfraces. Lo importante era tenerlo todo preparado para el día del estreno, fijado para el Viernes de Dolores de 2009, que me parece que fue el 3 de abril de ese año.

         Unos días antes del estreno habíamos estado montando el escenario y preparándolo todo para que nada fallara. Los nervios ya empezaban a aflorar y, aunque todos los que podíamos acudir para ayudar en cualquier cosa que hiciera falta estábamos exultantes por el inminente estreno, a nadie se le escapaba la idea de un fracaso estrepitoso por falta de ensayo general y por lo ambicioso del proyecto. Pero nadie dijo nada en ningún momento, yo creo que para no desmoralizar a los demás compañeros de aventuras.

Jose Luis caracterizado como Poncio Pilatos 
Jesucristo Superstar, Santiago Caraballo, San Nicolás del Puerto
Obertura

Y por fin llegó el día D.

Aquello era un hervidero de personas corriendo de un lado para otro. 

Nervios a flor de piel, risas nerviosas, paseos de un lado a otro. Y todos pensábamos lo mismo aunque nadie dijera nada: ¿“Saldrá bien? ¿Habrá fallos? ¿Se le olvidará a alguien su papel? ¿Faltará alguien? ¿Fallará la música o la iluminación? ¿Funcionara bien la grúa para levantar la cruz? Un sinfín de interrogantes que nadie podía contestar y que todos queríamos saber.

         Poco a poco se iba llenando el aforo. Mucha gente se quedó sin entradas. Tuvimos que repetir al día siguiente, sábado de pasión.

         Todos ya estaban vestidos y preparados para empezar. “Cada uno a sus puestos”, anunciaba Rosa Espínola que actuaba de regidora.

         Cada uno sabía bien lo que tenía que hacer: quitar sillas, poner sillas, quitar decorado, poner decorado, sacar algo, meter otra cosa entre bambalinas…Todo organizado a la perfección.

         Mª Ángeles y Lupe controlaban la taquilla y las entradas.

         Todo en orden. Se apagan las luces y se anuncia que el espectáculo va a comenzar.

         Yo, aunque salía casi a mitad de la obra, estaba temblando. Un frío y un nerviosismo interior se apoderaron de mí y no era capaz de controlarlos.

         Miraba a uno y otro lado viendo el trajín que allí se estaba produciendo y me quedaba tan extasiado, que a veces ni oía las voces de los demás.

         Se apagan las luces y comienza un vídeo homenaje a Camilo Sesto con imágenes y trocitos de canciones de toda su carrera musical. Los nervios cada vez iban en aumento, cada vez me costaba más trabajo estar de pie sin moverme, viendo entre bambalinas el desarrollo del espectáculo. Y cuando llego al culmen de la excitación es cuando suenan los acordes de “Ayudadme”, que indicaba que ahora sí comienza realmente la representación. Sudaba, temblaba y al mismo tiempo sentía una inexplicable sensación de bienestar por lo que estaba viendo y lo que tenía que seguir.

         Se hace un silencio sepulcral y comienza una música suave a la vez que Nicasio, caracterizado de Apóstol y acompañado de varios actores haciendo de pajes y hebreos y alumbrando con antorchas, entra por el pasillo central leyendo un manifiesto que hace referencia a Jesús de Nazaret. Sin poder evitarlo, salgo corriendo por la puerta trasera del club y me presento en la puerta principal para no perderme un detalle del principio de la función.

         Los espectadores están absortos. Siguen con atención el desarrollo de la obra. Yo combino la visión de lo que sucede delante del escenario con lo que ocurre entre el público y, la verdad, no sé qué fue lo que más me impresionó, porque si buena era una cosa, emocionante era ver cómo la gente del patio de butacas se enternecía, hasta el punto de saltarse alguna lágrima que otra.

         Acabada esta escena, la música sube de tono y comienzan a salir por el escenario y desde atrás, por el pasillo central, un gran número de actores y actrices, con pañuelos al viento y comienza una coreografía, dando apertura de esta forma al musical Jesucristo Superstar. Es una mezcla de sonido, luces y movimiento que hacen que los pelos se me pongan de punta. Es ahora que estoy escribiéndolo y todavía me emociono. ¡Qué espectáculo!

Nadie podía imaginar que el resultado fuera tan maravilloso. Esto sirvió para dar más confianza a todo el equipo, hasta el punto de que cuanto más avanzaba la obra más ganas de seguir teníamos todos.

Casi al final de la canción, todos los bailarines forman un corro y con una luz vaporosa, humo y un aumento del volumen de la música, sale del centro del circulo que formaban todos, la figura de Jesucristo alzando los brazos arriba, provocando los aplausos y los vítores del público, que a medida que la obra avanzaba, iba acrecentando su interés y se iba entusiasmando cada vez más. Esta escena se me quedó tan grabada que, con las lágrimas a punto de salir a flote, y yo no soy persona que llore con facilidad, comencé a aplaudir hasta casi dolerme las palmas de las manos. Nos mirábamos entre nosotros con caras de alegría, satisfacción, emoción y ánimo, que hicieron que esta gran obra, resultara un éxito apoteósico del que me siento muy orgulloso de haber formado parte. Ojalá algún día no muy lejano, podamos volver a tener la suerte y la felicidad de repetir este musical.

         Y esta es mi experiencia, yo Pilatos, hasta el día del estreno de la poderosa obra Jesucristo Superstar en San Nicolás del Puerto.

JHSuperstar ante Pilatos

© 2018 Santiago Caraballo Barrios. 

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